martes, 14 de octubre de 2008

PRESENTACION DEL BANANO, PALMA DE ACEITE Y CAFÉ




EL BANANO




El banano es un cultivo permanente que se autoreemplaza con un pequeño retoño que crece al lado de la planta que muere al ser cosechada. Las dos especies más conocidas en nuestro medio son: la musa paradisíaca que corresponde al plátano para cocción, y la musa sapientum o banano. La Cadena del banano, objeto de este documento, se refiere a la segunda de estas especies.
Colombia ha tenido una relativa larga tradición como productora y exportadora de banano. Existen dos tipos de este producto: banano de exportación y banano criollo o de consumo interno. El primero (objeto de estudio) se cultiva principalmente en Urabá y al norte del departamento del Magdalena.






LA PALMA DE ACEITE


Elegante palmera, similar al cocotero (Cocos nucifera). Tallo erecto que puede alcanzar más de 40 m de altura, y 10-15 m en cultivos industriales para obtener el aceite. Está fuertemente anillado y sin espinas. Las hojas son pinnadas, de 4-5 m de largo, con 50-60 segmentos lanceolados, con punta, y con el pecíolo de hasta 1 m, espinoso-dentado en el borde. Las flores, unisexuales en plantas monoicas, se reúnen en breves inflorescencias que aparecen entre las hojas formando grupos densos y compactos. Los frutos se forman precozmente, ya en ejemplares de apenas 3 años, son carnosos, similares a pequeñas ciruelas de 2-3 cm, oblongo-ovoideas, de color rojizo, reunidos en gruesos racimos llamados regímenes, de 3-15 kg. Longevidad superior a los 100 años, aunque bajo cultivo solo se le permite llegar hasta los 25 años, que es que alcanza los 12 metros de altura.


EL CAFé

El café es una infusión exquisita para algunos. Distinguen: el de Colombia, el de Brasil, el de Costa Rica, el africano, el turco. Para el Duende sólo una costumbre y un tolerado estimulante. Cuando trabajaba para la marca Bonka se tuvo que empapar en la historia del café, por aquello de no tocar de oído. Parece que fueron unas cabras las que, ramoneando en unas matas, encontraron en sus frutos tiernos un motivo para ser más felices. El cabrero se apercibió de lo contentas que triscaban después de probar aquellos granos, así que siguió su ejemplo y pasó la bola. Hasta la fecha. Si el Duende fuera el Dios omnisciente que le contaban en el colegio, uno de los datos que le gustaría registrar es el del número de tazas de café que la humanidad ha tomado desde las cabras a esta parte. Hay que ser mucho Dios para que la cifra te quepa en la cabeza.